En épocas de dictaduras, las calles son tumbas.
Todo empezó cuando me quité el reloj de la muñeca. Fue un día difícil, lleno de sombras y de dudas. La caminata era larga y las calles estaban infestadas de policías. Detenían para interrogar a todos los que veían con relojes. Los habían prohibido por decreto tácito. No se podía medir el tiempo, tener conciencia...