Josefina
-¡Agárrate bien Josefina! —Gritó el hombre del sombrero negro, deshaciéndose, con el dorso de la mano de los pequeños granos de arena que se incrustaban entre sus bigotes castaños. — ¡No vaya a ser que te caigas del caballo y don Alfonso se queda viudo antes de casarse! Iban a galope tendido, como quien escapa...