Mis tías, «las casaderas»
“¡También se murió el perico!” escuché cuando tenía cinco años de edad. Una de mis tías había encontrado bajo la cama de mi abuela Lolita, fallecida la víspera, el cuerpo inerte de Calixto, el lorito que desde hacía años se había convertido en su fiel compañero pues, estando libre por la casa, procuraba estar siempre...