EL MALDITO SOMBRERO
Esa madrugada de sábado al fin descansaba en casa, Marisa llega con un café y me lo ofrece con cariño. El buen gesto ocultaba una segunda intención, me explicó que deseaba una salida en familia, ¿como decir que no?, llamamos a las niñas y exultantes comenzamos los preparativos para ir a la costa. Atiborramos el...