La primera vez que pasó por esa calle, un dibujo pintado en una pared lo atrapó… casi literalmente. Él iba recostado del vidrio del colectivo de lo más descuidado, casi ausente y ¿viste cuando el pie resbala ante un desnivel de la acera y el cuerpo cree caer en un abismo sin fondo?, si, como cuando te estás quedando dormido y caes escalera abajo, bueno, así cayó él pero dentro de ese dibujo, fue como un milisegundo de caída libre pero le duró para todo un rato. Después ya no supo bien a dónde bajarse del colectivo, cuál era la parada que le habían dicho que tenía que quedarse, ni mucho menos la esquina donde tenía que encontrarse con esta pareja que recién había conocido la noche anterior. Ellos lo esperaban contentos, apenas lo conocían, pero de sólo pensar que él venía de allá, de aquél lugar del que todos hablaban, mal o bien pero hablaban, se animaban a querer quererlo. Y él estaba como ausente todavía, había quedado en otro universo desde que vio ese mural -iba a decir desde que vivió en ese mural; hubiese estado bueno ese lapsus, ¿no?-. Llevaba una mezcla de entusiasmo y recelo, nerviosismo y arrepentimiento, ganas de regresar en micro, de regresar en avión al lugar de donde venía…Aahhhh, eso fue lo que pasó, ese dibujo en la pared lo llevó de regreso sin pasaje ni maleta hasta allá, un milisegundo pero fue una vida entera la que revivió. ¿Cómo un dibujo hasta mal hecho hace eso? qué ganas de volver y qué ganas de volver a empezar, todo a la vez. Allá está la pareja, parada en el borde de la acera; ella sonríe tanto que el rostro se les desdibuja y parece un emoji, al lado, su compañero, con mirada pícara que pareciera decir, Che, ¿nos tomamos unas aquí en la esquina? si, creo que le dice ¿nos fumamos una antes de subir? pero eso pasó después. Él les dijo, no tengo que subir, ya sé que aquí será. Ese mural allá atrás, ¿lo vieron? creo que eso me dijo y ahí mismo todos rieron a carcajadas. Y no subió, no subieron, se quedaron abajo hablando de aquello y lo otro; ella recordando su viaje hasta allá, había vuelto hace un par de meses pero lo tenía tan fresco que cada vez que contaba algo era como, eso, como cuando una escena vuelve a pasarte por el corazón. Y su compañero se reía de todo, se burlaba de todo y la miraba con esa profunda envidia que da cuando el otro hace lo que uno quiere y no puede, y la volvía a mirar con ese rostro de orgulloso compañero de esta mina que tiene garra y hasta viajó y vivió y probó de eso, de lo que todos hablan, mal o bien.

Pero él los escuchaba, los miraba, pensaba qué personajes estos dos que me quieren sin saber nada de mí y yo ya los quiero sin saber nada ellos. ¿Qué será esto? ¿será que venimos del mismo lugar? ¿será que queremos llegar al mismo lugar? ¿Será un lugar común esto? Da igual, se dijo, si es común es porque es afín. Se tomaron unas chelas, se fumaron unas secas. Al final del rato, el pibe le dio las llaves del departamento, subí y miralo bien, ¿eh?, si no te gusta te quedás con nosotros. Su compañera y él se subieron en el auto y quedaron en verse al otro día, ahí en esa esquina, cerca de la parada del colectivo, unas cuantas cuadras después de aquel mural ¿te acordás? El pibe le da un beso, la mina le guiña un ojo, y él sonríe avergonzado y contento, con ganas de volver y de volver a empezar, todo a la vez.

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