El viaje que nunca hice
Con las maletas en la mano, observo cómo guardas las tuyas, después me miras y sonríes. Fantaseo viéndome a mí misma dentro del coche, con la cabeza ladeada hacia la ventanilla, sintiendo el tibio y placentero roce del aire sobre mi rostro, asombrándome, a través de mis grandes y oscuras gafas, de aquellos hermosos paisajes...