Subir a la montaña rusa, viajar al paraíso. Era su primera vez, sentía mezcolanza de vértigo y baile estomacal al ritmo de vaivén aéreo.
Llegando a ese parque de atracciones, escuchó señoritas anunciando próximos vuelos, se sintió observada, los nervios la atraparon y desvaneció.
Al despertar, encontró la gran pesadilla de su vida. Los agentes sabían que era otra víctima más.
El parque se convirtió en un lugar que prefiero no nombrar. Lo sucedido a partir de allí está por escribir.
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