El Viaje Inacabado
Me pareció una buena idea: cogí la bici sin frenos que papá me había construido del vertedero y me precipité por la temida cuesta de Valdemonía, mientras, a los lados del camino, todos me animaban con sus gritos. El pelo quedaba atrás, la bici traqueteaba sobre los pedruscos como si fuera a desintegrarse, mi corazón...