En la Gloria, te espero.
Abrió el balcón para que entrase la fresca, y junto a una brisa remolona penetró a su vez la música de una mandolina. Ella abarcó con la mirada el entorno de la plaza la cual, salvo unos niños que jugaban y unas cuantas mujeres que se dirigían a misa, se hallaba prácticamente vacía. El pueblo...