Eisseman.
La soledad no me asusta, me es casi olímpica. Pienso que, generalmente, la sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad, intrínsecamente unida a un profundo desprecio por el otro, al que se ve sucio, feo, incapaz, ávido, grosero, mezquino. El mundo, a los solitarios, nos parece despreciable...