Hacía un día de perros, no era por los del segundo piso, que no dejaban de ladrar, aún siendo las siete de la mañana de un Domingo cualquiera de Abril, sino por que además de llover a cántaros, me encontraba con un terrible dolor de cabeza.

La luz de la calle asomaba por la ventana, y me estaba matando.

Vivo en un barrio muy transitado, en pleno centro de Valencia, es un bonito sitio para vivir, para vivir una vida de estrés constante.

Llevaba ya tres años en aquel edificio, la verdad es que apenas pasaba horas en aquella casa.

En definitiva, no era el lugar ideal para despertarse con resaca.. y resaca de qué??

No había tenido nada que ver la fiesta de la noche anterior, ni esos chupitos de tequila que subían el ánimo a cualquiera, tampoco tuvo nada que ver ese vino peleón que trajo mi amiga Rosé, nada que ver.

Estaba malita, muy muy malita, y no tenía fuerzas para nada.

No quería salir de la cama, había repasado mentalmente, y ese día no tenía nada interesante que hacer.
Además, llovía mucho, y no me gustaba salir de casa cuando llovía.

Pero todo me daba vueltas, así que decidí incorporarme.

Un pie izquierdo por delante.. ay! mierda! qué es eso pegajoso que acababa de rozar..?
joder! alguien había dejado hasta sus entrañas en la alfombra de mi dormitorio, y esperaba, deseaba, que ese alguien, hubiese sido yo.

Café, necesito un café! un litro de café! y un paquete de ibuprofenos!

Me dirigí hacia la cocina, dispuesta a preparar una cafetera.

Madre mía, esa era mi casa?

Millones y millones de confetis por el suelo, serpentinas, gorritos y diversos artilugios de fiesta, la mesa llena de botellas de alcohol, vacías, latas de cerveza, corchos repartidos por doquier..

En mi recuerdo, todo estaba recogido cuando me fui a dormir.
En mi recuerdo, no había bebido tanto.

Decidí relajarme mientras me servía una taza café, ya limpiaría luego, era domingo, los domingos son para relajarse.

Casi me estaba durmiendo cuando una voz me hizo saltar, pero un salto! madre del amor hermoso! casi me caigo de la silla;

-Ey, nena! me preparas un poco de café a mi también?

Era una voz masculina, un poco ronca.

Atónita me quedé, quién había en mi casa, y.. dónde? y quién? y..?

-Y a mi también, por favor! estoy muerta!

Esta vez era una voz femenina, que me resultaba familiar.

Qué extraño, en mi recuerdo, anoche todos se habían ido a sus casas.

No contesté, me levanté de la silla y fui directa al comedor.

Dos individuos, una mujer y un hombre, caucásicos, despeinados, estaban acomodados en mi sofá, y con los zapatos todavía puestos!

Mi sofá de piel beige!

Me acerqué a ellos, no conocía al individuo masculino, bastante atractivo por cierto, y tapado únicamente por un pequeño bóxer.. aaaag, en mi sofá! y ni siquiera me sonaba!, pero sí conocía a la chica, era mi amiga Rosé, mi mejor amiga.

-Buenos días María! ¿cómo has dormido?

-Podría haber dormido mejor, pero estoy viva no? todavía.. qué pasó aquí anoche? qué celebrábamos?

Algo me habían dado la noche anterior, porque de veras que no tenía ni idea de haber estado en ninguna fiesta.

En mi recuerdo, un par de amigas bebiendo vino y riendo, en mi salón, en mi impecable salón beige, clásico, bonito y limpio.

Ahora hubiera preferido vivir en un vertedero.

Cogí a mi amiga del brazo, y me la llevé a mi cuarto;

-En serio, quién es este hombre? y por qué está aquí?

-No te acuerdas.. de nada? es el boy!

-El boy? .. ah.. el boy…si claro, el boy..

-No lo recuerdas, no?

Negué con mi cabeza.

-Ay María, estás fatal.. debió ser aquello que trajo Ana, aquellas pastillitas de colores.. te dije que no abusaras!

Pastillas de colores? De repente me vinieron un par de flashes.

Yo saltando encima de mi sofá, con tacones.

Yo bailando como una loca, enganchada a la lámpara, a modo de barra americana.

Yo lamiendo la nata, sobre el cuerpo de.. ay madre.. del boy!

-A juzgar por tu cara, deduzco que ya sabes de dónde ha salido este buen hombre. Estarás preparada, hoy es el gran día!

El gran día? era hoy mi cumpleaños?

Tan pálida me quedé.. como mi vestido!

El gran día! claaaro! el gran día! Hoy era el día por excelencia, era el día de mi boda!

Andrés! mi futuro esposo!

-Dime la verdad Rosé, pasó algo con ese chico, algo de lo que deba arrepentirme?

-Puedes estar tranquila, todo muy correcto.

– De verdad es hoy el día de mi boda? o es todo esto una broma?

Vale, no era ninguna broma.

Ya recordaba, sí, hoy era el día de mi boda, sí, ese día con el que soñamos todas las mujeres desde que somos niñas, sí, el día en el que más radiantes tenemos que estar, y sí, yo estaba hecha una mierda.

-Pero no me puedo casar hoy!! tu me has visto?? has visto mi cara? has visto mi casa?? Andrés me mata, o peor aún, me deja!

-Mantén la calma lady! vamos a recoger todo esto, y luego iremos al salón de belleza, y que te arreglen esas ojeras, Marion hace verdaderos milagros.

Ya podía hacer milagros, ya.

-No me va a dar tiempo!

-Son las ocho de la mañana, hasta las siete de la tarde tenemos tiempo de sobra!

Despedimos al boy, recogimos toda la casa y me di un merecido baño.

Poco a poco, volví a ser persona, y a recordar.

En mi falso recuerdo era todo tan diferente, qué ahora ya no distinguía la realidad de la ficción.

Pero una cosa tenía clara, hoy era el gran día.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS