Volare
El primer suelo que conoció mi huella, ironías del destino, fue un sótano. Un trastero convertido en hogar gracias a un camastro, un barreño de hojalata, una mesa camilla con brasero, un infernillo y un geranio. Era cuánto contábamos mi madre y yo para hacer de la vida un lugar mejor. Lo mínimo imprescindible para...