Consejo de un poeta maldito
Todo comenzó con un susurro de CHinaski: No lo intentes, se escuchó en la penumbra. Ve, entra a tu cuarto –Me dijo–, deja la ventana abierta para que el azufre que emana de tu alma acabe con esos que dicen odiarte. Amarra en tus muñecas un sinnúmero de hilos, hasta que ellos se encarnen en...