Agonía del empleado que me habita
Bogotá, centro de la ciudad, era una tarde tibia de aquellas donde el sol coquetea con la fina lluvia, que insistente, sigue cayendo. Estaba en la sala de reuniones, había llegado la hora en la que, como todos los lunes, revisábamos el cumplimiento de actividades del área. Comenzaba una nueva semana laboral tras casi seis...