Diario de una teleoperadora…

Diario de una teleoperadora…

Me llamo Lisa

El último día de fin de semana, domingo, ya se termina. He pasado dos días sola en casa, sin nada que poder hacer, solamente viendo películas. Me hubiera gustado salir con mis compañeros de trabajo, con mi guapo y sexy jefe… Pero no. Ni siquiera me han invitado a participar en la cena. Y yo me pregunto ¿tan estúpida soy? ¿Por qué nadie quiere saber nada de mí? Tengo 28 años, a punto de cumplir 29 y soy un proyecto de solterona entrada en carnes. Sólo me falta el gato, aunque tengo un perro, si eso cuenta.

Y mañana toca madrugar. Levantarme a las 6 de la mañana ¿para qué? Para soportar el intenso atasco que se forma en la M-40, buscar aparcamiento, encender mi antiquísimo ordenador y observar como mis compañeros comentan lo que han hecho el fin de semana ¡Ah! Y ver desfilar al tío bueno que tengo por jefe, al que, si pudiera, me tiraría encima de él y le echaría un buen… Porque otra cosa no querría mi jefe, sino le proponía matrimonio.

No tengo ganas de trabajar. Quiero disfrutar. Quiero tener mi primer novio ya… Vale, se nota que necesito sentirme querida, pero ¿cómo lo voy a hacer? Si no salgo de casa para nada ¿Amigos? ¿Y eso qué es lo que es? No, no tengo amigos que quieran quedar conmigo para tomar un café, para dar una vuelta. Mis amigos van a su bola y pasan de mí; mis compañeros de trabajo, con ellos no puedo contar.

Solamente me quedan las películas romanticonas que decoran mi estantería, junto a los libros de Johanna Lindsey. Y es que ¿por qué las historias más bonitas de amor están sólo en los libros? ¿Por qué a mí no me sucede nada? Bueno, si me pongo a recordar, tuve una historia, pero más bien fue un drama y, efectivamente, no llegó a buen puerto.

Él era argentino y se burló de mí. Jugó con mis sentimientos y se aprovechándose. Me hice ilusiones, para nada. Ahora él está felizmente casado y yo… Ya lo he dicho SOLTERA. Compuesta y sin novio. De modo que por eso leo historias, imaginándome mis propios romances. Me los invento a mi manera, así siempre ocurre lo que deseo. Sin embargo, me gustaría que sucediera de verdad…

24 de Enero de 2011,

Querido diario;

Sé que es tarde, pero mi propósito para este año es comenzar un diario, como puedes comprobar. Quizás porque espero que leer mi propia historia me resulte más interesante que vivirla.

Hoy ha sido un día caótico en mi trabajo. Los sistemas informáticos funcionan a las mil maravillas; cuando no estás usándolo. Y, por si fuera poco, cada vez siento que hay más llamadas, es como si nos estuvieran poniendo a prueba.

Por cierto, mi trabajo es aquel al que toda persona odia profundamente: tele operadora. Pero no soy una tele operadora cualquiera, no, soy tele operadora especialista, que queda mucho mejor –al menos en el contrato porque a la hora de cobrar…-. Yo soy la encargada de recibir y contestar llamadas a mansalva de los distintos distribuidores de una importante operadora móvil llamada “Moviline”, sí, el nombre le va que ni al pelo. Aunque Moviline es una operadora móvil que contrató un call center para gestionar sus embrollos. Porque no sólo recibo llamadas, no. En mi trabajo eres la puta del jefe. Sí, aunque suene muy brusco es así. Porque tan pronto coges llamadas de distribuidores (aquellos a los que hay que hacer la pelota y que cobran un pastón que ni yo gano en un mes) o te cambian de “capacidad” para recepcionar llamadas de “tienduchos”. Y digo “tienduchos” porque son franquicias, no oficiales y son los más estúpidos y engreídos que hayas visto por la faz de la tierra. Se enfadan en cuanto les das una negativa, anda que no me extraña tampoco. Porque para llamarnos a nosotros, su soporte técnico, tienen que marcar más locuciones que un tonto. Porque si quieren reclamar una factura, primero han de hablar con el departamento de información (locución 1-4) para que comprueben que efectivamente corresponde la reclamación. En este departamento la mayoría ni te hacen caso, porque… Son especiales. Ellos intentan salvarse del “marrón” y tú te pillas un mosqueo de narices. Y luego, a veces, ni registran la llamada. Repito, sé que no todos son así, pero la gran mayoría me lo ha confirmado en mis propios oídos. Bueno, no me quiero enrollar con este tema porque no terminaría nunca.

Este es mi diario y no quiero mencionar gran cosa de mi trabajo, al menos del trabajo en general. Porque de mi jefe sí que hablaré. Hoy venía trajeado, como siempre, peinado con el pelo desenfadado. Pero igual o más atractivo. Con su particular andar, demostrando que él es el Dios del mundo, alguien que no está a mi alcance. A mí ni me saluda, ni siquiera sabe que trabajo para él. Cuando pasa por mi lado, es cuando empiezo a soñar despierta, pero bueno, supongo que les pasa a todas ¿no?

Hoy ha habido muchas llamadas, como ya he dicho antes. Por eso el día se me ha hecho tan largo.

28 de Enero de 2011

Hoy los cielos y la Tierra me sonríen, hoy llega hasta el fondo de mi alma el Sol, hoy le he visto, le he visto y “me ha hechizado”, hoy creo en Dios.

¿Por qué digo esto? Porque hoy estaba trabajando, bebiendo mi botellita de agua –si no quiero morir deshidratada- y, junto a mi mesa, pasó él. Lo que más me sorprendió fueron sus ojos: azules como el mar, del mismo color. Azul profundo y eléctrico.

¿Qué quién es él? Uno de mis superiores, no es mi jefe directo, pero es el bombón que me ayuda a ir siempre de buen humor cada día. No sé cuál será su objetivo en la empresa, quizás captar clientes nuevos, o es el director ejecutivo de Moviline…

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