Las últimas copias
La oficina olía a tinta y a libros viejos. En el escritorio, dos columnas de carpetas custodiaban a la máquina de escribir que hacía oír sus teclas hasta la calle, esparciendo su eco por el pasillo desierto. Ajena a lo avanzado de la noche, Elvira tecleaba basculando sus ojos entre los manuscritos a su derecha...