MANOLÍN, EL DE LA PISTA.
Se llama Manolo, pero para mí toda la vida será Manolín, el de la pista; quizá porque nos conocimos muy niños, cuando todos somos diminutivos, o porque nuestras vidas se separaron antes de que nos acostumbráramos a llamarnos de otra forma. En aquellos años, en los que “salir a la calle” era un paraíso circunscrito...