La Prenda de Juego
Era demasiado entrar en el santuario para “confesarse” en la oscuridad de la noche. Era encantado, espectral; podría pasar como un brote de desvarío que nacía de la niebla, de la noche no tan joven, no tan pura, a penas la última locura en unos segundos antes de que termine el día. Entrar ahí, al...