Ser perfeccionista no implica ser perfecto
Debajo de la mesa, con mi pasatiempo favorito, los puzzles. Mi modo de hacerlos había cambiado. Una mesa de unos tres palmos de altura en la que, gracias a mi pequeño tamaño, entraba perfectamente en el hueco que había dejado el cristal inferior, hace un tiempo roto. Tumbada boca arriba, mirando a través del otro...