UN DIOS ARTIFICIAL
Con ochenta y cinco años, y las facultades físicas algo disminuidas, aunque, eso si, psíquicamente perfecto, mi padre me plantea que antes de morir quiere navegar por internet. ¡Joder!, a su edad. No me lo podía creer. Le pregunté porque quería aprender ahora, en plena vejez, cuando está más allá que acá. Su respuesta fue...
