Próxima parada: Paris
Aquél día tampoco sonó el despertador. Y si sonó tampoco recuerdo haberlo apagado. El sol se coló por los agujeros de la persiana y aterrizó sobre mi cara. – Joder – pensé. Me hice un poco la remolona, pero ya no había forma de volver a dormir. Eran las ocho y cuarto y él, sin...