Carrito de carga
“¡La yaya está llorando!”; “¿qué te pasa?”;” nada, no os preocupéis. Lloro de alegría de veros tan contentos jugando con el carrito del tío Sebastián, ¿os ha gustado la sorpresa? ”; “¡Síii!”; “¡baja ya!, que me toca a mí…”. Los ojos de la abuela Encarna volvieron a llenarse de lágrimas. Aquel carro de madera cuidadosamente...