¿Qué sería de mi vida sí decido no continuar con mis estudios? Sería un vagabundo frustrado viviendo bajo un puente, o sería un empleado frustrado. ¡Qué bueno que eso no pasará!

Ya he terminado la preparatoria solo me preparo psicológicamente para enfrentar la universidad. No quiero ser un parásito en la casa de mis padres, ya soy mayor de edad y mis deseos de independencia se hacen más fuertes, en muchas ocasiones he querido caer en el consumismo despilfarrando “el poco dinero que me dan”. Me siento mal al no estar por mi cuenta, conseguir un empleo en periodo vacacional sería lo adecuado, y mientras estudie… a chingarle como sea.

 “El problema aquí no es la falta de empleo, son las personas que no buscan o no quieren trabajar” ese comentario ha estado en mi cabeza durante mucho tiempo y quiero comprobarlo. La cuestión es ¿dónde busco empleo? Un día la respuesta me llegó, un amigo buscaba a personas con ganas de chambear en una fábrica, la oferta era tentadora, cuatro días a la semana por $1500. Mi interés se hizo notar, obtuve respuestas para tomar la decisión de mover mi trasero del sofá y saber lo que es ganarse el pan.

 Recuerdo que un lunes me levante temprano, me puse lo primero que encontré y fui a la famosa fábrica para solicitar empleo. Lo que no pregunte fue el nombre, mi cara tuvo un cambio cuando me enteré que sería empleado de Vicky Form (lencería). Para entrar tuve que registrarme en una lista un tanto confusa y dejar mi celular, un guardia me llevó a una oficina dentro de un ruidoso y  caluroso lugar, nunca antes había visto tanto hilo, cosas y máquinas. Bueno, la oficina del supervisor era pequeña, con una computadora de cajón (no sé cómo mencionar a esas viejas computadoras) y bastante polvo. Una pequeña entrevista con preguntas sencillas, a pesar de eso estuve nervioso porque fue la primera vez que solicité un empleo. 

Me dijo que por no tener experiencia laboral no me podían dar un trabajo “fuerte”, pero si me lo podían dar de barrendero, lo acepté –trabajo es trabajo-, el supervisor me dio un horario tranquilo, tercer turno de 9:00 p.m. – 7:00 a.m. de lunes a miércoles y los domingos de 7:00 a.m. – 7:00 p.m. creo que si es un horario tranquilo. Me dio indicaciones para el papeleo, pero tuve problemas porque no los tenía completos, pero me contrataron.

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Al enterarme de que trabajaría para Vicky Form me imaginé algo distinto, digo lencería sexi requiere mujeres probando la producción, y por ser barrendero tenía acceso a un deleite visual… Pobre e iluso soñador, era obvio que no era la zona para eso. Mi área de trabajo era el ruidoso y caluroso lugar, casi lo mismo pero con máquinas y señores. 

El supervisor en turno es un señor sonriente y grosero, en cada oración metía una palabrota innecesaria, me recordó a mí. Un carácter raro, un carácter muy yo, y no supe lo que es tratar con alguien así.  

Cuando entre a mi turno no tenía ni idea de lo que haría, hasta que el supervisor  me dio instrucciones claras apegadas a mi trabajo, pero me dijo unas cosas que me confundieron “Mira wey tu chamba aquí es barrer y ya, no quiero que te metas con las máquinas, tu chamba es sencilla y tranquila. Vas a tener un chingo de tiempo libre así que puedes estar pendejeando” unas horas después fue “Wey no todo el tiempo vas a estar barriendo, tu chamba es barrer pero aquí se hace lo que yo diga, en tus ratos libre me vienes a buscar para que te diga qué vas hacer”… O sea me contrataron para barrendero y el supervisor me tiene de aquí pa´lla haciendo cosas que no son barrer, a pesar de que cada rato los pasillos se llenaban de desechos. No podía negarme porque él manda, “quien manda paga”, de 9:00 p.m. a 7:00 a.m. esas palabras no me dejaron, hubo ocasiones en las que quise mentarle su madre al supervisor, pero decidí no hacerlo, porque pudo desatar un problema.

 Tenía que vaciar contenedores de “neumofil” a un sitio donde había una banda que llevaba todo eso a unas máquinas, tenían que ser varias vueltas porque era lo que más sobraba, lo molesto es que al levantarlo y meterlo al contenedor eran pequeñísimos trozos flotando que se adherían a mi cara y cabello, mezclado con el sudor provocado por el calor, era un caos, además entraban a mis ojos. Aparte del “neumofil” tenía que recoger otras sobras, “barredura”, “estopa” y “vinilo”, los contenedores para estos tenía que llevarlos a un lugar aún más caluroso. Cuando me ponía a barrer el supervisor decía “deja eso y ayúdame con esto”. Toda la noche de pie sin ningún descanso.

 El primer día lleve una botella de litro y medio de agua y unas galletas, el agua no me duró ni cuatro horas, la sed era intensa, y no pude comer una sola galleta. Y claro nunca antes me había quedado una noche despierto, bueno si viendo películas pero no trabajando… el mundo laboral era distinto al que  imaginaba, al menos como barrendero.

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El supervisor me encargó quitar material de una especie de tubos, tenía que hacerlo con una navaja, cuando comencé era sencillo, me cansé y vio que lo hacía despacio “Enséñame tus manos… no chavo no tienes manos de hombre, sabes cómo se llaman estos, callos. Sabes a qué edad empecé a trabajar en una fábrica, a los 14 y a los 16 me hice supervisor”… Por algo me contrataron de barrendero, por la inexperiencia, se suponía que solo iba a barrer y recoger basura.   Creí que mi primer empleo sería un poco más sencillo, pobre e iluso muchacho.

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