El día que morí de verdad.
Recuerdo nítidamente el día que morí de verdad. Recuerdo también al autor del hecho en cuestión, ya que fue premeditado y a traición, y no soy de olvidar los rostros de quien no actúa con franqueza. También recuerdo las circunstancias que rodearon mi extraño e imprevisto tránsito hacia el más allá, dicho sea de paso,...