Miel en los labios
– Mírame cuando te hablo – dijo apoyando el dedo sobre mi barbilla, haciendo que mi cabeza girase casi violentamente hacia él. Alcé la vista hasta alcanzar sus ojos avergonzada y serena; a partes iguales. Le había engañado varias veces, pero esta vez me había descubierto. Ya no más, pensé. Acaricié su pelo con mis manos...