Del Fin del Mundo en adelante
Esa noche me invitó a cenar. Me acababa de maravillar con el atardecer y su pintoresco baile; fui testigo de cómo los astros me regalaban una vista asombrosa: la luna y el sol estaban equidistantes al horizonte, y yo, en el punto medio, solitario y al viento, sintiéndome desnudo y diminuto, como el papel de...