Gracias por la visita
Me encontré bailando un tango con el abuelo. Su pelo blanco, sus zapatitos lustrados, su pantalón con línea. Pero mas que nada su apostura: siempre derecho, alto y fuerte. Esa noche, yo bailaba feliz, sintiendo su tibieza y su suavidad cuando, de repente, recordé que había muerto. Hacía más de diez años que...