BUSCAVIDAS
¡Señorita, señorita ¡una voz bien tildada, educada me pedía por favor, que detuviese el paso y le escuchara. Seguí mi camino sin volver la vista atrás, segura que nada de lo que me quisiera vender me interesaba. Insistía “señorita” “señorita” y con resignada curiosidad, me detuve y le di la cara. Bajito, bien ataviado, zapatos...