Fogón y pasión
La conocí en los alrededores del cementerio de la Almudena. Una cerveza y me imploró comer un chuletón. La carne apareció sumergida en los olores propios de una bien preparada barbacoa, sus ojos se deleitaban con el marcado de los filos rojos de la parrilla. «Como es tan comelona, aceptará cualquier invitación», pensé. Eran las...