Sabores perversos y olores amargos
Durante las noches, el aire helado me erizaba. La luz alejaba poco a poco los temblores de mi cuerpo y unos rayos furtivos llenaban mis poros de vida. Me ilusionaba llegar a la hora del almuerzo porque unas ondas aterciopeladas acariciaban mis sentidos. Desde mi celda, olas perfumadas hacían que el techo me pareciera azul;...