Sabores perversos y olores amargos

Sabores perversos y olores amargos

La Gatita Lectora

03/09/2020

Durante las noches, el aire helado me erizaba. La luz alejaba poco a poco los temblores de mi cuerpo y unos rayos furtivos llenaban mis poros de vida.

Me ilusionaba llegar a la hora del almuerzo porque unas ondas aterciopeladas acariciaban mis sentidos. Desde mi celda, olas perfumadas hacían que el techo me pareciera azul; hasta la lengua tomaba un emboque dulzón, aun cuando sólo me alimentaba de unos vapores con sabores a recuerdos maternos.

Después de unos dolorosos días, los empachos nubosos me acidulan el pozo sin fondo, como enjambres crueles y mis emociones ya desteñidas, huyen de mi cielo tormentoso. La espera de un estómago rabioso por tanta abstinencia y tanta negrura, que al principio rugía apasionadamente, ahora llora lastimoso, perdido en un vacío sórdido y encogido, ya sólo alimentado por las aromas aleves y perturbadoras de mis pensamientos, incapaces de sosegar la codicia de mis vísceras.

Los colores de estos efluvios perversos ya no me llegan. Sé que siguen ahí. Sé que quieren torturarme. Pero ni mi cuerpo obedece a mi cerebro, ni este  escucha ya sus llantos. Una voz me dice que siga durmiendo. Sólo percibo un desencanto seco y gris en mi paladar que se niega a seguir respirando suplicios tan sabrosos como pérfidos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS