…y con cincuenta, sigo soñando…
Si señores, con casi medio siglo a mis espaldas, sigo soñando como el niño que nunca he dejado de ser, porque los sueños no duermen, no madrugan y no entienden de edades, sino que al final forman parte de todos los cuentos. Acaso no somos protagonistas de nuestra propia historia sin que ningún calendario tenga...