Nunca había soñado con viajar
Subió al tren con la carga de la última despedida. Los ojos vidriosos, empañados en lágrimas. La barbilla vacilante. Las manos temblorosas. Una aguja de angustia traspasando su garganta. Tenía 53 años y la vida nunca le había llevado más allá de la frontera. La enfermedad, que ahora la amenazaba de muerte, la forzaba a...