Pasajeramente.
El tiempo viaja como un pasajero más. Cada mañana espera aquel tren que dejaría escapar penetrando la oscuridad subterránea. Entre las pipas humeantes de los hombres que hormiguean sin prestar atención más que al reloj, entre las mujeres elegantes que sortean a personas como él, algo descuella ante sus desvalidos ojos: una niña de largo...