SIEMPRE QUEDARÁ LA LUNA
¡No! No le pidan que corra un tupido velo y se olvide de aquello. Nunca podrá hacerlo. Su mirada perdida delata incomprensión. No sólo hacia el maquinista que hiciera descarrilar el tren -¡Maldito descuido!-, sino hacia el caprichoso destino. ¿Por qué aquel tren? ¿Por qué aquel día? ¿Por qué aquel dichoso vagón? Volver a su...