En esta vida no hay coincidencias
Aterricé en la capital potosina muy temprano; llegué en el primer vuelo del día y habitualmente retrasado desde la Ciudad de México. Para ir a la Fiscalía, a diez minutos del aeropuerto, únicamente podía tomar un taxi de los sitios autorizados por el gobierno. La policía multaba a quien violaba dicha exclusividad, aunque nunca faltaba algún conductor valiente de alguna plataforma digital, como Uber...