Libertad indefinida
Estimado Emilio, Vengo a explicarle el verdadero motivo de mi ausencia, aunque dudo que me crea. El martes por la mañana, mientras usted dictaba sin descanso las tareas de otra jornada interminable, confieso que cerré los ojos un minuto. De repente, un golpe húmedo en la cara me arrancó del sueño. Miré a mi alrededor...