Querida mamá:
Desde aquí oigo las olas yendo y viniendo. El sol se pone, y si no miro atrás no podría afirmar en qué costa estoy.
Por el día es otro mundo. Unos guiris jóvenes ponían música alta y tuve que hacer de abuela cascarrabias pidiéndoles que bajasen el volumen. Pero también tuve una buena experiencia con unas jubiladas: me cuidaron el bolso mientras yo me daba un chapuzón.
El hotel es decente aunque tengo que fumar a escondidas y no hay una mesa donde escribir o dibujar.
La comida la compro en el supermercado porque gasté todo el presupuesto en la paella más cara y desaboría de mi vida.
Me ilusiona pensar que estoy en el último sitio donde papá decidió pasar unos días felices antes de su quimio. Yo, en cambio no me siento tan feliz sin tu presencia: me lo habría pasado mucho mejor contigo.
Si vuelvo aquí será con alguien conocido y no solo con fantasmas.
Besos!
OPINIONES Y COMENTARIOS