Querida Lu: Ya son veinte años. Sí, recuerdo que fue en la Semana Santa del 2001; en Santa Marta porque te gustaba el Atlántico más que el Pacífico. Y ahí, al lado del mar, te perdimos para siempre. ¿Qué te hiciste ? ¿Qué nos hiciste? ¿Volviste al infinito? ¿A la tierra? ¿Al mar? ¿A la hierba? ¿A la montaña? ¿Eres estrella?
Con Rosita, don Raúl y tu hermano le quisimos poner un cierre a tu desaparición forzada pero nadie nos dio una señal, nos cercenaron la oportunidad de dejar caer lágrimas sobre tu fragilidad. Rosita se dejó morir cada año un poquito porque entendió que fundirse era la manera más rápida de llegar a ti. Don Raúl siguió hilos imaginarios que creía habías dejado para que te buscáramos. Rastros infecundos que nos inhabilitaron para esperar y nos cambiaron para siempre.
¡Óyeme Lu!. Abandona el misterio y ven a encandilar con tu risa.
Salté el Atlántico y ahora vivo en Cádiz. Me roza el mar y la nostalgia de que puedas ser olvido. A Cádiz, sin embargo, se viene a sanar.
P.D.: Adopté un perro. Se llama Valeriano. Se parece a mí, es desconfiado y tiene miedo, mucho miedo.
Mayela.
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