Con las manos
Isabel era vidente y muy buena según las personas que estaban con nosotras en el café de Oriente. Yo escuchaba sin atreverme a preguntar nada. Cuando me levanté para despedirme, me asió del brazo: –Tu padre me dice que tienes que hacer algo con las manos. ¿Qué se te ocurre? Mi querido padre hacía tiempo...