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NOTA ESCRITA DESDE LAS SOMBRAS

(Poema)

Autor: Luis Gabriel Guevara

Los muchos intentos que he tenido que realizar para intentar ser parte de los faros que la acompañan son la triste melodía sonante que no deja de escucharse en el baúl de mi cabeza. Me molesta inmensamente saber que en la carrera de la vida he llegado tarde, como también son tardíos sus sentimientos hasta mi persona. Sé que desde su lugar me siente.

Es tan crédulo el efímero pensamiento de saber que cuando el motor latente actúa normalmente el cerebro no razona.

Estoy totalmente de acuerdo en comprender que desde que arribo sus recuerdos a mis mañanas no he podido dejar de describir las alteraciones que observar su estructura provoca entre mis pieles tampoco soy totalmente consciente de las asquerosas ideas que me transportan a un estado inmarcesible.

En ocasiones me siento vivo al percibir su olor desde muy lejos, más no es su comercial aroma lo que puedo sentir, es ese encanto sexual que se traslada hasta mis poros y por medio de cada uno de ellos en frágiles destellos de densa perversidad se filtran hasta el bombeo latente de mi corazón haciendo que mi estabilidad se vuelva sencillamente algo de lo cual no tengo registro.

Su postura es algo inquietante a lo normal, por lo menos no es algo que se vea a menudo, es, ¿cómo decirlo? Suelta, distraída pero a la vez dueña de un enfoque unánime, su erguida espalda marca tendencia en sus prendas ajustadas a los contornos de su cuerpo. Su bella postura, tiene todo lo que deseo.

No puedo evitarme los errados pensamientos que pueden llevarme a cometer una locura, esos mismos que ante una luna, testigo brillante que mirando desde lo alto del cielo me encuentre recorriendo sus orillas en la superficie de su pálida piel totalmente desnuda.

Intento alejar mis pensamientos, intento alejarme…

Fracasar es algo tan común en los cuentos de los fracasados; cansado me encuentro de describir en cada una de las líneas el fracaso. Más he logrado comprender con el pasar de las emociones que no es fracaso si aquel distinguido existir puede mi sangre hervir y por dentro de mi cuerpo mis venas hacer retorcer cuando se acerca lo suficiente como para sentir ese calor emergente que abundante adrenalina explota por dentro de mi ser.

Conexión física, así lo llaman algunos interesados en el tema de la codicia sexual. No entiendo de emociones que traspasan gravedades y universos, ni latidos poéticos, tampoco comprendo el mecanismos de eso que llaman «amor», es para mí todo eso un mundo aislado, un borroso recuerdo quedado congelado en el pasado.

Condenado a vagar en sombras, quieto y pensante, atentamente distante, pero buen estudiante de cada aspecto que de su existencia me apasiona.

Vuelvo y nuevamente la encuentro radiante, resonante sobre la alfombra de un cuarto ajeno, sus movimientos son tan marcados que sería para cualquier imitador tan fácil el poder sacar su perfil. Pero, no podría aquel artista igualar nunca su femineidad al girar su cuello, sus lágrimas al dejarse explorar emocionalmente, su pausado parpadeo, el revoloteo de su cabellera cuando parece estar chispeando, lentamente provocando un incandescente fuego.

No podría tampoco yo, al igual que el artístico humano, ubicar su locura de mujer en otra persona. Lo repito y nuevamente lo comprendo, «el cerebro en estos casos no razona».

Tengo tiempo, quizás ella no, pero aún así siento que los filtros de mis líneas escritas con sangre han viajado sobre la dulce brisa, ella ha inhalado aquel escrito y el mismo se ha filtrado hasta su corazón. Pero es una prohibición que ambos conocemos, no es posible un acercamiento.

Ella está repleta de magias de universos, yo soy solo el verso que un cobarde poeta escribió. Ella, la dueña de los claros y positivos pensamientos, yo soy el cuento abierto de un libro de un oscuro «Dios». Ella tan automática y divina, es estable y busca mediante un enorme ventanal en la gran manzana de la ciudad dejar entrar una luz esperanzada de un brillante sol al abrir la cortina.

Yo soy el cambio impredecible que desde los confines de las «Marinas» sube en solitario latir hasta verse fluir en la misma dirección, soy aquel que viaja en los elementos, yo soy el imperdonable fuego, el mar abismal del más lejano apogeo, soy la hierva amazónica repleta de veneno, soy la seca tierra que maneja los vibrantes terremotos que emergen destrucción.

Es fácil y tan sencilla la analogía, la poética verdad de mi calvario de cada día, y es que de esa forma se vuelve tan transparente la comprension de mi dolor.

Universos diferentes; en el mio soy el príncipe de las tinieblas, las penas, las agónicas historias, y mi ángel más presente es la muerte, que camina a mi lado siempre presente, conversando de sus actos, de sus fosas imponentes, de los tiempos caducados de la gente y lo hace informando a mi mente para que las redacte con mi roja tinta sobre el cuaderno que me ha dado la fama de escritor.

Ella, es la vida reencarnada, en sus ojos se puede ver el poder de una brillante mañana, de una historia trágica pero automáticamente acompañada de aprendizaje que sus días futuros no daña y pide a sus dioses que nunca le falte sobre su piel el calor del sol.

Ahora su futuro juega en palacios de anteriores recreos, sigue creciendo en su pecho el orgulloso sentir de poder nuevamente vivir. Yo, mientras sigo caudalosamente devorando dulcemente en mi mente cada espacio de su cuerpo en los pensamientos que en mi palacio mental con ella recreo. Yo sigo desde la oscuridad, muy alejando de su realidad, desde aquí sigo, se que no volteará a mirar, más sé que sabe que existo, que puede oler mi deseo, lo sé, yo desde mis sombras todo en mis olvidadas lineas escribo, desde mis sombras todo lo veo.

Luis Gabriel Guevara

https://www.instagram.com/luisgabrielguevara

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