Perfil público

De niña, quería ser escritora, de grande, poco a poco lo voy intentando, luchando contra fieras internas y espectros externos.
Escribo porque quiero darme el gusto de cumplir aquella utopía de cambiar el mundo. Así, en un papel, materializo el universo que deseo e invito a habitarlo. Quizás, movida por la deuda con otras letras que me salvaron muchos días en la infancia.
Porque luego de estudiar las leyes impresas (que los hombres vuelven obsoletas multiplicando así la injusticia), solo por esta vía puedo sentir llegar por un momento al punto más alejado de toda la impotencia que me desgarra por dentro.

Porque cuando ya no esté, sabré que dejo a mis hijos otra forma de sostenerme entre sus manos. Más liviana y amable que el peso de mi cuerpo camino a las cenizas.

Escribo porque aún sin prendas sobre mi piel nunca me siento desnuda. Solo la tinta es el espejo más fiel al que puedo recurrir.
Escribo porque solo así puedo visitarme luego de los años para dialogar conmigo, descubriendo lo que resiste en el tiempo y lo que abandonó mi espíritu. En esas diferencias se resumen mis mayores victorias y derrotas.

Escribo por la curiosidad de completar diversas partes de mí. Las que asoman como manchas caprichosas en un lienzo que parecía completo antes de tamaña invasión. Y esas partes, con sus ojos, brazos, piernas, corazón e incluso miembros que no poseo, son aquellos otros que podría ser pero que la vida alfarera no ha deseado o no a podido moldear.
Escribo porque cada vez que estoy iniciando algo nuevo puedo sentir ese instante de huevo. Ese momento que parecería ser la nada cuando en realidad todo ya existía, solo que aún no era capaz de percibirlo.

Escribo para hacerme cargo del error, del deseo, y también de lo bello. Escribo porque no siempre al hablar se me escucha, y al escribir se abre la posibilidad infinita de que alguien al fin me vea.