¡El veintidós ya es historia!, dijo la Capitana y se escuchó el estrellar de cristales y espuma contra la embarcación que estaba por iniciar su viaje inaugural con una tripulación cien porciento femenina.

Horas después, lejos quedaron los periodistas que cronicaban la hazaña anunciada: mejorar el record de cuarenta días en dar la vuelta al mundo sobre un velero.

Sin embargo, la misión de Marina era aún mayor y solo era conocida por sus valientes compañeras.

Sin violencia y gracias a un gran acto de amor, el patriarcado caería. Ella tenía la clave. En diez días el mundo sería otro.

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