Si hay algo que no he soportado nunca, es ser dependiente...ya sea económica o sentimentalmente, tal vez esa sea la razón de porque siempre repito que puedo desaparecer de la vida de alguien en un instante y no derramaré una sola lágrima.
Esa actitud autosuficiente...la forjé, en el fuego y dolor de muchos desengaños...me encantaría decir que de muchos varones que incendiaron mis sábanas, pero no...solo uno tiene la hazaña, él se volvió un experto a través de los años y yo le permití que me dañara tantas veces, que al final mi cerebro comenzó a bloquear los sistemas de alarma...porque el esfuerzo era fútil.
Con el pasar de los años mi corazón, que no era más que un pequeño músculo que latía sin sentido, vivía una vida tranquila...como un anciano retirado que disfruta de la naturaleza. Tan dañado estaba este motor de vida, que con el último suceso, lo que sentí derrumbarse fue mi alma.
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