Trabajo maldito, maldito trabajo.

Trabajo maldito, maldito trabajo.

Daniel Rodríguez

08/02/2020

¡Maldita sea Ramírez! eres un desgraciado hijo de puta. -Pensé con tanto odio que deseaba su muerte de forma accidental tan solo para hacerme sentir mejor.

-Despierta Hugo. ¿Acaso no piensas felicitar a Ramírez? -un codazo en mi brazo me trajo de vuelta a la realidad donde un montón de personas, hombres y mujeres bien vestidas felicitaban animosamente a un compañero asociado en el trabajo.

-Oh si, lo siento, mi cabeza estaba en otro lado, -me deje llevar por la acción generalizada de mis compañeros que aplaudían, así que me uní hipócritamente en esa interminable ola de ovaciones, !claro esta!. dirigí este otro pensamiento cargado de ira y rencor a Israel, mi otro compañero que había evidenciado mi apatía frente a los demás.

Llego el momento de estrechar la mano de Ramírez, un detalle de cortesía hubiese sido darle mis buenos deseos y quizá un abrazo hubiese denotado que mis intenciones eran sinceras, por supuesto que no lo hice, tan solo di un tirón involuntario en mi mejilla derecha, con lo cual se dejó ver una mueca de lo que podría ser la peor versión de una sonrisa fingida. Ni una sola palabra salió de mi boca, todo mi repertorio de posibles felicitaciones se rehusaron a salir.

– ¡Ah! -suspiro el malnacido-. Fue una contienda justa, no te sientas mal, hiciste un gran trabajo. -Me dijo con desdén y con tanta alegría en su horrible cara, que estuve a punto de soltarle un golpe justo en su nariz, deseando rompérsela para verlo tirado revolcándose de dolor mientras se desangra. Por supuesto que no lo hice. Ese tipo acababa de ser ascendido a un puesto laboral por el cual yo me había estado sacrificando durante meses, trabajando horas extras sin recibir la paga adicional que me correspondería por ley, tan solo por ajustarme a las políticas de la empresa, por una absurda y estúpida regla interna que se negaba a pagar más dinero por trabajar más del horario previsto, como si a mi jefe eso le hubiera importado cuando me daba toneladas y toneladas de papeles que debía terminar de revisar y corregir a diario, dándome trabajo de dos semanas para terminarlo solo en una, en pocas palabras, trabaje tanto por nada, para que llegara este tipo y me jodiera la vida.

Quizá estoy yendo demasiado lejos al culpar a Ramírez por mi desgracia, quizá hice algo mal durante el proceso y no me di cuenta, quizá no trabaje lo suficientemente fuerte para este puesto, debí prepare más, debí tomar cursos por las noches o hacer más investigación acerca de los roles y habilidades que requiere el nuevo puesto. ¡Carajo! Debí ser más persistente, dejé mucho tiempo de mi vida pasar frente a mí, me perdí de momentos invaluables con mi familia, no debí cancelar mi asistencia a la reunión de mi generación de la preparatoria, todos mis amigos asistieron a ese evento excepto yo, la boda de mi mejor amigo me la perdí aquel fin de semana por mi patética actitud proactiva y mis buenas intenciones de ayudar a mi jefe a terminar el cierre de mes fiscal con números en verde. Esos momentos no van a regresar jamás, se han ido para siempre, deje lágrimas y mucho sudor, mi alma, mis mejores momentos, mis mejores años, los más productivos, ¿hizo falta acaso dejar mi sangre también?

Todo este cuestionamiento me lo hago mientras camino desde la sala de juntas hasta mi cubículo, en el trayecto perdí todo sentido de la realidad, no le puse atención al saludo que Veronica me dirigió, la chica regordeta de finanzas, debió sentirse mal de que no le correspondiera los buenos días. Me siento en mi silla que rechina cada vez que me siento en ella, recordándome que esa seguirá siendo el lugar en el que me sentare cada día por el resto de ese año, sorbo mi café que llevó en mi taza que tiene grabado a lo que mi ahora parecer es un mensaje absurdo de superación personal que para nada me motiva en este instante, casi lo escupo, mi bebida se enfrió a tal grado que la temperatura echo a perder el sabor, ahora estoy más decepcionado, ¿como si esto pudiera empeorar?

-Hola Alex, ¿tienes un segundo?

-Por supuesto -la actitud tan negativa que me poseía desapareció mágicamente al escuchar ese dulce tono de voz femenino. Trate de reincorporarme en una posición firme sobre mi silla a la par que acomodaba torpemente el cuello de mi camisa.

-Necesito un poco de tu ayuda, verás hay un dato que no me cuadra en mi reporte y no sé qué hacer.

-Despreocúpate, sea lo que sea estoy casi seguro de que tendrá solución -! demonios! como deseaba en ese momento que alguien me dijera lo mismo a mí. Deje mis problemas de lado para ayudarle a resolver el suyo a Carolina, la flamante chica que había llegado hace tan solo tres meses a laborar en la empresa, por la cual todo hombre babeaba, su trabajo era impecable, yo no notaba ningún error, lo que me hizo sospechar que ella había estado inventándose todo ese rollo tan solo para tener un pretexto para hablarme, pero ¿porque se fijaría ella en alguien como yo?

-Eres el mejor, algún día de estos te compensare por toda tu paciencia y enseñanzas. Te invito a comer la próxima semana, ¿qué dices? -argumento agradecida.

-Ahhh -me quede pensando.

– ¿Que dices?

-Si, te oí, solo que estaba repasando mi agenda de la próxima semana, tengo junta con el director el lunes, el martes visitare a nuestro cliente más importante, Margas Corp. -y así me excuse por todos y cada uno de los días de la semana, parecía que trataba de buscar un pretexto para evitar comer con ella, siendo que mi oportunidad de oro se me estaba presentando en bandeja y lo mejor de todo, es que había llegado dispuesta hasta mi lugar.

-Comprendo, ya será en otra ocasión, que tengas buen día -sonrió un poco desanimada y se llevó al pecho las hojas que había venido a revisar conmigo, encogiéndose resignada.

-En verdad lo lamento -dije con pesar, puesto que me moría de ganas por poder compartir tiempo extra-oficina con ese sueño de mujer.

Ella se limitó a recoger su cabello lacio por encima de su oreja y se retiró sin mirar atrás. Yo la vi alejarse mientras me repetía a mí mismo ¡lo lamento!, ¡lo lamento! enserio que lo lamento. ¡Espera un momento!, en serio que lo lamentare si dejo pasar esta otra oportunidad. -! Que se joda el director! -me arme de valor para repetir estas palabras en voz baja mientras me levantaba de mi asiento, como si un resorte me hubiese impulsado hacia arriba. Que se joda ese malparido que con la mano en la cintura me negó mi promoción, tan solo porque no comparto sus ideales de cerrar grandes negocios en centros nocturnos con desnudistas, que se joda el puto de Ramírez que con tal de ganarse al jefe le invitaba a comer y beber como cerdos hasta quedar medio brutos e ineficientes para el resto de la jornada laboral, no dedicare más tiempo y esfuerzo para que otros disfruten a costa mía.

-¡Carolina! -le grite mientras trataba de alcanzarla, a pesar de que ella usaba tacones altos, caminaba muy rápido. Ella volteó al escucharme y juro por dios que vi un brillo destellando en cámara lenta alrededor de toda su figura, como si su aura hubiese estallado con unos sonidos armónicos audibles tan solo para mi.

-Baja la voz -me mando a silenciar, yo no me había percatado que con mi llamado muchos colegas de alrededor habían fijado la atención en nosotros. Los mire a todos y espere a que regresaran sus narices a sus asuntos.

– ¿Vas a decirme?

-No quiero que me mal entiendas, si quiero ir a comer contigo -se hizo un silencio incómodo, yo la miraba nervioso, ese día ella traía un vestido muy escotado y eso me puso a sudar, yo me esforzaba por mirarla solo a los ojos, o a cualquier parte de su cara.

-Oh, lo haremos en cuanto puedas hacerlo, tú mismo lo dijiste.

-Siempre tengo algo que hacer, me merezco dar un tiempo y para ser honesto la junta del lunes no es tan importante.

– ¿Como dices eso?, es la revisión semanal con el director.

-Ah bueno, verás, acaban de ascender al marica de Ramírez al puesto de Gerente Comercial, ¡perdona! no quise expresarme de esa forma tan incorrecta. -me disculpe y me sonroje, no quería sacar mi lado obsceno delante de ella, nunca lo había hecho y no quería que ella pensara mal de mí. Para mi sorpresa se echó a reír como loca, creo que no se esperaba que esa palabra saliera de mi boca, pero rápidamente tuvo que disimular cuando vio venir por detrás mío al susodicho.

-No te disculpes, ese tipo es un pesado. -Al pasar al lado nuestro y seguir de largo su camino por detrás de Carolina, le clavo la mirada en el trasero de la forma más morbosa que pueda existir.

– ¡Imbécil! -pronuncie yo, afortunadamente ella no se percató de la falta de respeto de ese granuja.

-Me decías que lo promovieron.

-Si, así es. De ahora en adelante dejare que él se encargue del trabajo que le corresponde, es por eso por lo que no asistiré a esa junta, en su lugar me iré a comer contigo, si es que tu invitación sigue en pie. -El semblante le cambio y yo pude notarlo, esta vez sonrió y no lo hizo de forma forzada.

-Pasare a buscarte a tu lugar el lunes -se lo prometí, ella asintió con la cabeza y se despidió.

Yo me quede estático, la mire alejarse, todos alrededor estaban en lo suyo, así que hice un festejo que nadie pudo notar, hasta que Ramírez reapareció por ahí.

– ¡Esa chica es ardiente! -exclamó dejando ver su lado animal, el cual me pareció inapropiado.

-Vete a la mierda, -le dije sin ningún cuidado, me di la media vuelta y antes de dar el primer paso me detuvo en seco con una sola frase.

-Deberías tener más cuidado con la forma en la que me hablas, no somos iguales. -Lo dijo en un tono alto, a modo que todos los asociados de esa área se enterarán de que él era el nuevo jefe, él era el que mandaba de ahora en adelante.

Presione los puños tan fuerte como pude, estuve a punto de dedicarle un sin fin de maldiciones, y eso sería lo menos que recibiría de mí si estuviésemos en la calle. Quería clavar mi mano en su cuello y arrancarle la lengua desde la garganta, eso sería darle a ese tipo lo que merecía. Recordé un viejo dicho de mi padre, al que la vida se encargó de maltratarlo también, aunque de un modo muy distinto, «la vida siempre te otorgará la oportunidad de una revancha». Respire hasta tranquilizarme, el me miraba fijamente al igual que todos los demás, esperaban que tuviera una reacción descontrolada, con la cabeza caliente, pero no fue así. Con toda la calma posible, repetí articulando demasiado para hacer hincapié en la mentira.

-Dije, vete por la izquierda -en ese momento lo dije con tanta seguridad que hasta lo hice dudar de lo que había dicho en un inicio. Aunque yo sabía que aquello era absurdo y carente de sentido. Al final yo gane esa primer batalla, él se tornó con una mueca de desentendimiento y se fue sin decir nada más, estaba seguro de que tendríamos más de esos enfrentamientos o momentos incómodos, y no me equivocaba, por el resto del día, me delego tantas tareas como pudo, con la intención pura de molestarme, era viernes y se aproximaba la hora de la salida.

-Oye Alex, necesito estos reportes en mi escritorio para el lunes a primera hora. -El desgraciado sabía perfectamente que no había forma de acabar con aquel trabajo en el tiempo requerido, dedujo que me llevaría el trabajo a casa para el fin de semana, como era de costumbre, pero no esta vez, ya no estaba dispuesto a ser el hazme reír de la oficina.

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