Estos días he pensado en ti, mi ángel.
Te imagino revoloteando por ahí, caminando entre las nubes, inquieto y juguetón.
Veo tu rostro feliz y lleno de luz, encendiendo cada estrella al pasar, regalándonos una noche más.
Te imagino tirado, panza abajo, dibujando caminos que seguimos sin temor.
Tan pequeño… y con tanta vida.
No imagino la muerte cuando pienso en ti.
Veo una vida plena, donde juegas entre pompas de algodón, con el rostro lleno de ilusión… como debió ser.
Es difícil, al principio, comprender las cosas de la vida.
Pero con el tiempo, aprendí a verlas sin dolor.
A veces se tarda en descifrar el porqué.
Hoy sé que los ángeles no mueren.
El cielo necesitaba una nueva sonrisa, y te eligió a vos, porque tendrías la más hermosa.
El egoísmo quería tenerte aquí, verte crecer y jugar…
Ver tus travesuras, reír con tus ocurrencias, festejar tu cumpleaños,
sentir el ruido de tus manitos rompiendo cada envoltorio de los regalitos.
Serás nuestro angelito.
La ilusión que no murió.
La vida nos enseñó que hay muchas formas de vivirla, y vos vivirás a cada momento en nuestros corazones.
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