Y la lluvia cae, y yo la observo.

Y escucho esas voces que me enloquecen.

Y pienso en por qué las oigo,

por qué me dejo sumir en esta locura.

Se oye, se oye la tormenta.

El barullo selvático de las plantas afuera.

Ellas también lloran, sufren por la borrasca.

Por el desastre que ésta crea, por cómo las jode.

Las destruye y luego desaparece. Así, sin más.

Como cada evento en este mundo.

Desastre y desaparecer.

Como lo que suena en mi cabeza:

un vendaval de pensamientos intrusivos.

Lastimándome, gritando.

llorando, rasgando, chillando.

Y luego, se desvanecen.

Se van, se alejan.

Pero no para siempre,

solo hasta que el próxima temporal regrese.

Y una vez más, todo se repite.

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