Hoy es un día en el que una única nube flota obstinadamente sobre mí en lo alto. Y camino. Y camino. Y siempre está ahí, sobre mí, gris. Tal vez quienes pasan a mi lado también tengan sus propias nubes como compañía, pero hoy solo logro ver la mía. Apresuro el paso, intentando burlarla, pero… ¿para qué? Me encuentra sin importar dónde esté, ya sea que me detenga o que corra.
¿Me eligió o simplemente la encontré? Quién sabe. Lo único que sé es que una multitud de gotas comienza a caer. Sí, la nube ha comenzado a descargar su peso y parece que finalmente, tímidamente, desea abandonarme. Puedo sentir cómo ruedan lentamente por mis mejillas.
Un destello de sol parece desprenderse de la punta de la pluma con la que escribo, y las gotas continúan cayendo cada vez con más fuerza. Habrá que esperar. Dicen que las lágrimas liberan al corazón atormentado y limpian el alma.
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