Ruido, gritos y violencia en todas partes. A donde sea que mire percibo acciones denigrantes.
Esto no tenía que ser de esta manera, al final, todo no fue mas que una risoria tapadera.
Las que se dicen mis hermanas, han perdido el control. Ahora me doy cuenta que esto no es mas que una simple ilusión.
Agentes de seguridad intentan poner orden a todo este caos. Mientras, mis hermanas, con horribles chillidos ordenan a todas: «avanzaos».
Ya no se que estoy haciendo aquí, en un principio era encontrar un consuelo de aquella horrible experiencia que viví.
Caí víctima de un ser ruin, quien a la fuerza se llevó mi inocencia y a todos mis anhelos de vida, fríamente, les puso fin.
En mi profunda tristeza, buscaba de alguien un apapacho y una muestra de cariño, que me hicieran volverme a sentir viva, al igual que lo hace una dulce madre, cuando consuela a su niña.
Pensé que lo había encontrado, sentí que quizás, entre las que se dicen mis hermanas, estaba ese lugar que con tantas lágrimas había anhelado.
Fui engañada de la manera mas cruel, pues he caído en cuenta que en medio de toda esta trifulca, el sentimiento de soledad recorre nuevamente toda mi piel.
Mujeres contra mujeres, es la imagen que atraviesa mi mente. Y mis lagrimas se derraman, pues yace tirada y con dolor en el piso, una joven inocente, quien por encima las demás se le amalgaman.
Me volteo y miro vidrios rotos, humo negro e injurias plasmadas en las paredes. Mis hermanas piensan que son reclamos, por todas las que ya no están presentes.
De repente, sobre el caos y la anarquía, se realzan gritos de agonía, que son acompañados de una luz naranja incandescente, que emiten los cuerpos de las uniformadas alienadas, que se queman en un fuego ardiente.
Y mis hermanas sacan palos y martillos, para golpear sin piedad a todo aquel que no comparta su ideología ni les rindan cumplidos.
Y yo, en medio de todo, esquivando golpes de mis contrarios y aliados, observo a lo lejos a un abuelito defendiendo a su nieto, siendo reventado a porrazos afilados.
No puedo salir de esta violencia aunque lo intente, pues también temo por mi vida. ya que de aquí no salgo si no: presa, o sin rastro de vida alguno presente.
Tengo miedo y tengo mucho coraje, pues, las que se dicen mis hermanas, me engañaron, para que en su egoísta plan, yo también estuviese presente.
Yo vine a desahogar mi reclamo, y estoy aquí, forzada a representar un movimiento político, haciendo parecer al mundo que observa, que mi presencia a su ideal inflamo.
La plaza ahora parece un campo de batalla y veo como ahora mis hermanas caen heridas, por causa de metralla.
Es en ese momento que siento un dolor horrible que atraviesa mi espalda y me tumba al suelo. Trato de arrastrarme y darme de alguna forma yo misma consuelo.
A lo lejos se escuchan detonaciones emitidas por algún arma y yo estoy aquí tambada y, por las que se dicen mis hermanas, abandonada.
Me giro instintivamente, y siento que voy a morir en medio de todos estos cuerpos caídos y engañados; mientras, el frio de mi soledad se intensifica, en lo que a esta desgracia nada la justifica.
Voy a morir en la total soledad, es lo que dice mi mente. Y mis ojos comienzan a inundarse de lagrimas rojas rápidamente.
De pronto, siento unas frías manos que se arrastran y se apoyan sobre mi pecho, y con mucha dificultad, el rostro de aquella joven pisoteada cubre mis ojos, haciendo un poco mas cálido mi lecho.
Con dulces susurros de palabras de aliento, reconforta mis oídos, y hace sentir mucha calidez y paz al resto de mis sentidos.
Ella me abraza y me pide de favor que yo también lo haga, pues no quiere morirse sola, en lo que considera su castigo divino; por haber sido ella el verdugo de su niño, al no quererlo tener, por miedo a sentir que su vida de juventud se naufraga.
Las dos temblamos mientras nos abrazamos, el dolor de nuestros cuerpos desechos y el temor a la muerte, es lo que ambas mentalizamos.
La calidez de su cuerpo, su dulce aroma y su compañía me reconfortan, ya que, a pesar de todo, finalmente estoy acompañada. Quiero morir al mismo tiempo que ella, y abandonar juntas de la mano, esta vida desperdiciada.
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