Momento Cero

Momento Cero

Eric Vega

12/06/2021

Estábamos tú y yo a la deriva del momento cero, jugando con energía, con materia no definida, con todo y con nada a la vez. El tiempo no se movía y el espacio era todo un sólo lugar y ninguno, únicamente nosotros estábamos ahí y tampoco estábamos.

Nacimos para evitar cualquier alteración en el momento, ese era nuestro trabajo, pues, si cambiaba del momento cero al uno, se crearía el caos conocido como Universo y el tiempo y el espacio se mezclarían, comenzarían a avanzar sin poder detenerse.

Pero como niños imperfectos, como dioses pequeños, la tentación de ver más allá del cero nos inundó y nos poseyó. Abrimos la puerta del lugar donde todo era uno y uno era todo, dejamos escapar a la nada, la puerta nos arrastró a nosotros, a la energía, al espacio y al tiempo.

Surgió una luz que se definió de la energía. También nosotros nos definimos como existencias, teníamos cuerpos que de alguna manera se atraían, como si una fuerza invisible nos intentara unir: la gravedad. Pude verte por primera vez y tú a mí, sólo por un instante cuando esa intensa luz nos iluminó.

Entonces algo pude sentir, una sensación extraña, como si quisiera ser uno solo contigo de alguna manera, algo muy difícil de explicar: enamoramiento y entre tu sombra y mis ojos nos volvimos conscientes de que cometimos el error de crearlo todo.

Esa energía lumínica que nos expuso, provenía de una explosión que sucedió en todos los puntos que ya habían comenzado a existir y que hizo parecer como si ahora todo fuera infinito, como si la nada fuera un vacío, como si pudiéramos tocar la misma energía: se habían creado las materias.

Nos dimos cuenta con miedo de que no sólo conseguimos avanzar al momento uno, sino que ya estábamos en el momento 60 y estos seguían avanzando: 61, 62, 63… No se detenían.

El silencio reinó de repente en medio del absoluto desastre, nos arrebató todo lo que creímos que era nuestro, a nosotros y a nuestra gravedad, y nos encerró en un lugar llamado vida en el que despertamos por primera vez probablemente a quintillones o infinitamente más de momentos después de la creación.

Hacía frío y el tiempo no paraba, había mucho ruido. No existían sensaciones más allá de un recuerdo latente que no quería ser borrado, pero poco a poco era más y más débil. No pudimos elegir, era vivir y morir una y otra vez. Comenzamos a olvidarnos, pero sin perder la necesidad de buscarnos. Hay aún veces que te llego a recordar.

Recuerdo que éramos reales, éramos eso que en cada nueva vida aprendo a llamar dioses o incluso, diría yo que éramos algo más cercano al concepto del amor. Ahora vivimos cada una de estas vidas que se creen reales, en cada persona, cada animal y planta en este planeta llamado Tierra, el cuál pareciera ser una prisión especial para nosotros.

Hoy te busco toda mi vida cada vez que lo recuerdo, pero no te encuentro, muero y se me olvida. Continúo con la siguiente y ocurre lo mismo. He pasado miles de millones de años buscándote y no estás en ningún espacio ni en ningún tiempo, pero sé que a la vez estás en todos lados.

No pertenecemos aquí, sé que también lo sientes cada ocasión que haz de volver a nacer, una y otra vez: mañana, ayer; en mí, en otros, en todos. Es nuestro castigo por crear al Universo… Fue un accidente.

Antes de morir y olvidarte de nuevo, quiero prometerte en esta vida que el día que te encuentre podremos regresarlo todo al momento cero en donde estaremos eternamente juntos otra vez. No dejaré de buscar el momento exacto en el que yo pueda saber quién eres tú y tú puedas saber quién soy yo.

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